Hoy en día las gafas se han convertido en un icono de estilo, moda y hasta estatus. Antes de llegar a convertirse en un complemento, las gafas han jugado un importante papel en la salud de millones de personas a lo largo de la historia. De hecho, las gafas son uno de los inventos de la Edad Media que cambiaron el mundo. No sabe con exactitud el origen de las gafas de cristal modernas tal como las conocemos hoy pero sí que fue en la época medieval cuando se empezaron a generalizar en Europa occidental.
Una de las primeras menciones escritas sobre unos lentes de cristal que mejoran la visión se encuentran en los textos del médico, filósofo y erudito persa Al-Razi (854 – 925). En sus escritos ha desarrollado estudios importantes de oftalmología. El matemático y físico egipcio Alhacén (965 – 1040) realizó importantes aportaciones a la óptica contribuyendo al estudio de cristales que aumentan el tamaño de los objetos observados. Pero no es hasta el siglo XIII con el teólogo escolástico inglés de la orden franciscana Roger Bacon, quien describe las aplicaciones de los lentes para mejorar la visión. En ese mismo siglo, el monje italiano Alessandro della Spina es quien realmente empezó a difundir el uso de las gafas. De hecho, se le considera uno de los primeros constructores de anteojos.
Todo indica que el origen de las gafas se produjo al final del siglo XIII en monasterios italianos, seguramente en Venecia. En el siglo XIV las gafas tienen una amplia difusión que recogen la literatura y la pintura. Por ejemplo, la iglesia italiana de San Nicolás de Treviso, cerca de Venecia, alberga la primera pintura en la que aparecen unos anteojos. En esta obra pictórica hecha por Tommaso de Modena se representa al cardenal Ugone leyendo en su escritorio. Esta obra data del año 1352. Por entonces el principal uso de las primitivas gafas era para lectura en el entorno religioso.
A partir de 1452 con el invento de la imprenta y la difusión de la lectura, las gafas se comenzaron a fabricar masivamente y a extender por todo el mundo.