Aunque en distintas formas, el seguro lleva mucho tiempo con nosotros. Al fin y al cabo, esa necesidad de seguridad, protección y tranquilidad es intrínseca en el ser humano. Desde las civilizaciones antiguas vemos la evolución e historia del seguro.

Los inicios de la historia del seguro

Civilizaciones como la romana, griega, fenicia y babilónica ya contaban con alguna forma de protección frente a las adversidades del comercio, de embarcaciones, o de la propia vida.

Los babilonios, por ejemplo, contaban con el llamado ‘Contrato de la Gruesa’ por el que financiaban sus barcos y mercancías, asegurando un tipo de compensación en caso de percance.

Proteger la vida

Las comunidades romanas y egipcias practicaban una forma arcaica de seguro de vida o seguro de defunción. Colaboraban de forma económica, para ayudar a la familia cuando uno de sus miembros fallecía.

Con el desarrollo del comercio y los viajes constantes se comenzaron a crear contratos que aseguraban la estabilidad de la familia de los mercaderes y viajeros. Ya que durante esta época de crecimiento comercial también comenzaron a aparecer piratas que robaban las mercancías, o hacían prisioneros a los navíos y sus tripulaciones. Estos contratos aseguraban una cantidad económica en caso de necesidad de rescate. Más adelante, estos contratos se ampliarían con coberturas que ofrecían una recompensa económica en caso de naufragio o pérdida de vida.

En los Alpes, las comunidades de campesinos colaboraban para ayudarse en caso de enfermedad de los miembros de las familias o de los animales.

El seguro marítimo

Durante el S. XIV surgió una forma de seguro marítimo en Italia. Este seguro proporcionaba garantía de solidaridad entre las expediciones. Es de esta época la primera póliza: un contrato de seguro marítimo firmado que aseguraba el navío ‘Santa Clara’, que realizó un viaje entre Génova y Mallorca.

Más tarde, en 1435, se promulgó la primera ordenanza del seguro marítimo.

Las primeras aseguradoras

Tras el Gran Incendió de Londres que arrasó la ciudad allá por el año 1.666, miles de ciudadanos querían proteger sus casas y negocios a través de contratos. Así, se empezó a constituir una primigenia forma de seguro de hogar. En 1720 comenzaron a aparecer cientos de sociedades aseguradoras en Inglaterra, siendo la primera de ella la conocida Lloyd’s. Mientras que en Francia y Alemania había personas individuales que hacían las veces de aseguradoras, siendo quienes corrían con una o varios riesgos.

La historia del seguro con sus distintas formas y tipos ha seguido evolucionando hasta nuestros días, adaptándose a las circunstancias como la industrialización y la tecnología. Ahora puedes asegurar casi cualquier cosa: desde casas a colecciones, viajes e incluso partes del cuerpo. Y según avance el tiempo y lleguemos al futuro seguirán surgiendo nuevos tipos de seguros como los de los drones, los smartphones y los robots ¿por qué no?

Escribe un comentario